¡Pongamos límites!
Esta actividad pretende que cada participante reflexione sobre hasta dónde llegan sus límites y por qué, mientras lo discute con el resto de participantes.
Comparte la actividad con tus participantes y pídeles que lean el primer enunciado relacionado con una situación de incitación al odio en Internet.
Tras analizarla, deberán posicionarse moviendo el emoji hacia el lugar de la barra en el que se sientan más representados: cuanto más hacia la derecha se posicionen, menos correcta considerarán la situación, mientras que cuanto más hacia la izquierda, más correcta les parecerá la situación.
Para ayudarles a la hora de posicionarse puedes hacerles preguntas como:
2024 © Funded by the European Union. Views and opinions expressed are however those of the author(s) only and do not necessarily reflect those of the European Union or the European Education and Culture Executive Agency (EACEA). Neither the European Union nor EACEA can be held responsible for them
El hecho de que la mayoría de las personas estemos conectados a Internet la mayor parte del tiempo hace que sea difícil evitar por completo estar expuesto a la incitación al odio en la red. Esto se debe a que la gente puede empujar gradualmente los límites de lo que es aceptable. Obviamente, hay más incitación al odio en unos sitios y grupos que en otros, pero cualquiera que busque noticias, juegue o hable con otras personas en Internet puede estar expuesto a ella. En general, la incitación al odio puede dañar a la gente del mismo modo que lo hacen otros tipos de violencia: puede provocar ansiedad, hacer que se eviten situaciones sociales y dificultar el voto de algunos grupos, como las mujeres y las personas de color, por nombrar algunos. También puede tener efectos menos evidentes, como cambiar los valores y sobrepasar los límites con el tiempo. La gente puede acostumbrarse tanto al lenguaje grosero que ya no lo vea como algo extraño.