Hazlo lo peor que puedas

Descripción breve

Un juego diseñado para que las jóvenes reflexionen sobre los efectos de la intervención de las personas que ven la situación desde fuera. Cómo podrían empeorar o mejorar con sus reacciones una situación relacionada con la incitación al odio.

Objetivos

Material necesario

Instrucciones

Explicación paso a paso

Actividad 1: Haz lo peor que puedas (30 min)

La actividad consiste en 10 microrrelatos de situaciones relacionadas con la incitación al odio.
La actividad es sencilla: discute las situaciones que puedes encontrar en el Anexo.
Empieza pidiendo a las jóvenes que busquen lo peor que podrían hacer en cada situación, cómo podrían causar más daño en esa situación, iniciar una pelea, hacer que las amistades se acaben o que las parejas se rompan. Hay muchas maneras diferentes de utilizar escenarios como estos, pero lo que este enfoque ofrece es una buena manera de iniciar la conversación. A las jóvenes les suele resultar más fácil y divertido. De este modo, puedes iniciar un tema pesado de una forma más ligera e incluso divertida.

Actividad 2: Debate y reflexión (30 min)

Al analizar y argumentar por qué este consejo es malo, las jóvenes también tienen la oportunidad de empezar a reflexionar sobre la comunicación y a pensar en las reacciones de la gente ante el comportamiento. Pero no te quedes ahí.
Para profundizar en la discusión, es bueno plantearse también cómo se podría resolver el problema en serio o qué consejos se podrían dar que realmente ayuden. En este punto es bueno facilitar la conversación con preguntas.

Preguntas para profundizar en la reflexión:

¿Es eso incitación al odio?
¿Cuál es el problema?
¿Reaccionarían todas las personas de la misma manera en esa situación? ¿Por qué? ¿Por qué no?
¿Afectaría la edad a la reacción de la gente? ¿Y el sexo? ¿La popularidad? ¿Qué más podría influir?
¿Se equivocan unas respuestas y aciertan otras?
¿Podría ocurrir que nadie respondiera? ¿Por qué?
Si te enfrentaras a esta situación, ¿qué te parecería lo correcto? ¿por qué?

Las historias se plantean de manera que se pide a las participantes que resuelvan un problema para otra persona. De este modo, las jóvenes toman cierta distancia del tema, lo que puede facilitar la búsqueda de soluciones.

Este tipo de microrrelatos se utilizan con frecuencia en la educación para la prevención de la violencia. Ofrecen la oportunidad de reflexionar sobre situaciones que pueden surgir sin relacionarse personalmente con el material. Su objetivo es fomentar las habilidades sociales en situaciones difíciles, dar a las personas jóvenes herramientas para reaccionar, ayudar a los demás y cuidar de su propia seguridad.